viernes, 30 de abril de 2010

• Sacado de la manga

Atentos a la mirada del cielo, 
que desviste el alma
y al corazón vuelcos provoca.


Que por una mirada así
dichoso fuera morir
que no solo soñar
con un dia respirar de tu boca

martes, 23 de marzo de 2010

• Jugando al escondite

"Por qué poco" pensé aún recordando el poste que acababa de esquivar. Pude escuchar la risa burlona de Alexander, lo que me hizo fruncir el ceño. -Quizá deberías concentrarte más...- sugirió. Tuve ganas de sacarle la lengua como una niña de 6 años. Pero no iba a alterarme. No, claro que no.

-Aún así, te sigo llevando metros de ventaja, rubito.- recordé con un tono desafiante a la par que divertido. No le dí tiempo para protestar, distrayéndolo con una pregunta.-¿cuánto queda para salir de la ciudad?- esta vez empleé un tono más suave, dando por terminada la pequeña batalla, que seguro él recordaría más tarde.

martes, 9 de febrero de 2010

• Noche, loca noche

Nos comeríamos la ciudad, eso era seguro. No nos importaba el frío, el calor, tampoco la lluvia. No importaba el lugar, ni que tan tarde era. Aquella era nuestra noche.

Ella y yo, inseparables amigas con un solo propósito: divertirnos. No necesitábamos alcohol, y menos la ridícula humareda de un cigarrillo. Teníamos música, pero de haber faltado, teníamos nuestras voces y palmas. La ropa era ajustada, pero eso no nos impedía bailar. Los flashes saltaban a nuestro alrededor, pero nosotras ni siquiera hacíamos por posar. Las demás chicas criticaba, intentaban igualarnos, y soñaban con superarnos, pero no nos importaba. Los chicos nos seguían con la mirada, nos perseguían e intentaban acercarse, pero nosotras los ignorábamos.

No teníamos miedo de reir. No teníamos miedo de subirnos a una tarima a bailar. No teníamos miedo de los tacones,  cuando no sientes los pies, los tacones no nos suponían problema. No teníamos miedo de que pensaran "qué locas", porque no habíamos fumado nada, y nuestras copas estaban casi llenas aún. No teníamos miedo de ser rechazadas por ningún chico, porque no nos hacían falta. No teníamos miedo de caernos, por la otra nos levantaría entre risotadas. No teníamos miedo de que se nos estropeara el maquillaje, porque nos sentíamos genial.

No queríamos emborracharnos, aún así aceptamos unas copas de parte de unos tíos que ignoramos. No queríamos llamar la atención, pero no pudimos resistir bailar sobre la barra. No queríamos parecer unas zorras, pero los hombres fantaseaban con nosotras. No queríamos ganarnos enemigas, pero la envidia es perjudicial. No queríamos aburrirnos, deprimirnos ni llorar, así que no lo hicimos. No queríamos que la noche acabara!


Así que, mientras asomaba el sol por la ventana de alguna persona que había dormido aburidamente toda la noche, nosotras caminamos por las calles, sin parar de reír, buscando alguien que nos llevara a algún lugar donde siempre fuera de noche.

Y no volveríamos hasta que, algún día, muriera nuestra inmortal locura.
xoxo,
Damn Girl

domingo, 31 de enero de 2010

• Halo

Caminé buscando algo. No sabía el qué, sólo podía buscar. Ese algo no llegaba. Así pues, decidí olvidarme. Decidí cerrarme. Muchos intentaron entrar. Ninguno lo consiguió. Nadie sabía de la barrera invisible que yo construí minuciosamente. Nadie excepto yo. 
Y entonces llegó él que, sin proponérselo, sin que yo siquiera tuviese tiempo para reaccionar, atravesó esa barrera. ¿Cómo era posible? ¿Cómo carajo alguien a quien no le interesaba lo más mínimo llegar hasta mí lo había conseguido de forma humillante? Mi muro todopoderoso se rindió sin hacer alguna resistencia o ruido. Incluso hoy sigo desconociendo la razón, pero se lo debo todo.

Ya que él parecía ir a sus anchas dentro de mi desaparecido muro, decidí que yo también podría llegar hasta él. Pero choqué contra una enorme pared de hielo. ¡Diablos! Aquello me superaba. No recuerdo cuánto tiempo pasé pegada a aquella pared, hasta que conseguí con la única ayuda de mi pobre aliento que se derritiera, y comprobé lo que creía ver a través de ella.

La máscara de ser vano dió a descbrir a la mejor persona que he conocido y conoceré en mi vida. La persona que amo hoy día y por la que luché como una cabezota hasta conseguir. Por ello me veo con derecho de creer en cosas imposibles. No creo volver a conseguir algo mejor que él en toda mi vida. No podría pensar en nadie más para ser lo último que ver al final de un día y lo primero que cada mañana. Nadie que me llene tanto y me haga sentir así. 

No creo. No, es imposible. 
No hay nada ni nadie como él...

-María... ¡María! ¿se puede saber qué te pasa?- preguntó mi voz favorita sacándome de mis pensamientos. Miré al chico rubio que me miraba desde mi regazo. -¿Qué?- pregunté medio aturdida y sonreí. Él me miró un momento con el ceño fruncido... pero luego río a carcajadas. -¿En qué pensabas, amor?- preguntó llevando un dedo a mi barbilla y yo enrojecí. -En la suerte- contesté sin pensar. Se incorporó, tumbado como estaba a la sombre que había en un reducido lugar del jardín donde habíamos salido a pasar el rato. Se sentó frente a mi, con una sonrisa juguetona. 

-Te va a hacer falta más que suerte si piensas que vas a ganarme esta noche jugando al ajedrez, mi vida.- esta vez fui yo la que rió, y él me siguió pronto. No había acabado de reírme cuando puse mis brazos alrededor de su cuello y lo abracé. -Ya veremos quién gana, cariño- ronroneé yo, pensando en el juego que nos esperaba aquella noche.

sábado, 30 de enero de 2010

• Final de una pesadilla, continuación de un sueño


Un sueño. Estaba en un mal sueño. Más que sueño, una pesadilla. Huía. ¿De qué? Seguramente de algo que no era para nada bueno. Sólo podía pensar "¡PELIGRO! ¡PELIGRO!"... y seguir corriendo. Pero no podía esconderme. El enorme pasillo no tenía puertas. Tampoco parecía tener final. Comencé a respirar con ansiedad. Me faltaba el aire. Mis piernas corría desesperadas, pero no sabía cuánto tiempo más podrían aguantar.

Una esquina. No lo vi venir. Me dí contra la pared, pero pude interponer mis manos, por suerte. De mi garganta salió un gemido de dolor y miedo. Caí al suelo, pero no podía quedarme quieta. ¿Qué era esa cosa? ¿Qué quería de mi? ¿Por qué no me mataba ya? No veía nada. Sólo la sombre de algo que se aproximaba a paso lento hacia a mi. Un hombre. Un hombre demasiado grande. Un hombre que acabarían conmigo con un sólo dedo, y aún seguía sin saber qué hacía yo allí. ¡Demonios! Me acurruqué en mi misma, haciendo una bolita temblorosa preparada para sentencia. Una bolita que desprendía sollozos.


Mi nombre. Mi nombre pronunciado de forma tierna y preocupada. Mi nombre al oído en un susurro que me calmó al instante a la vez que me estremeció. Mi corriente nombre, pronunciado por él. Abrí los ojos y los suyos me contemplaban con precaución. Le miré sin comprender. -¿Un mal sueño?- preguntó ahora sonriendo y tomándome por la cintura. Mi voz no respondía. Respiré profundamente y apoyé mi cabeza en su hombro mientras me atraía hacia sí. Lo miré mientras esperaba tranquilamente una respuesta y luego sonreí. Miré hacia un lado. La misma cama donde había quedado dormida. Blanca. Grande y blanca. ¡Dios, me encantaba esa cama! Reí como una tonta y lo miré. -No importa, la pesadilla ha terminado.- pude ver el alivio en su rostro antes de besar mi mejilla.

"Un mal sueño", pensé. "Un mal sueño que una vez desaparecido, dejará que disfrute de mi mejor sueño" Suspiré y rodeé a mi novio por la cintura, y mis labios hacían corto camino hacia los suyos.



xoxo,
Damn Girl

domingo, 3 de enero de 2010

• ...here we go again

¡...mi corazón!

Corazón caprichoso, que no eres capaz de arriesgarlo todo.
Corazón cobarde, aquí sigues mientras te han ofrecido por segunda vez un paraíso.
Corazón idiota, que coleccionas error tras error.
...corazón, ¿qué pasará cuando te rompas en mil pedazos?

¿Serás capaz de salvarlo a él?
¿...podrá más tu egoísmo?

martes 5 de enero
feliz cumpleaños

tu pequeña
,
te extraño